¿Te han diagnosticado hígado graso y no sabes si puedes seguir disfrutando del queso? No eres la única persona que se hace esta pregunta. El hígado graso, también llamado esteatosis hepática, es una condición cada vez más frecuente que requiere cuidar la alimentación con especial atención a las grasas que consumimos.
La buena noticia es que no es necesario renunciar por completo a este alimento tan apreciado: existen tipos de quesos que puedes incluir de manera moderada y responsable en tu dieta, sin comprometer tu salud. Saber cuáles elegir y cómo consumirlos puede marcar la diferencia en tu bienestar y en la evolución de tu enfermedad.
En este artículo descubrirás qué queso puedo comer si tengo el hígado graso, cuáles conviene evitar, y qué recomendaciones seguir para mantener un equilibrio entre el placer de comer y el cuidado de tu hígado. Si quieres conocer todas las opciones y algunos consejos prácticos, sigue leyendo.
Curiosidad
Según la American Liver Foundation, el consumo excesivo de grasas saturadas y azúcares simples es un factor clave en la acumulación de grasa en el hígado. Sin embargo, algunos estudios han señalado que los productos lácteos bajos en grasa, como el requesón o el queso cottage, pueden formar parte de una dieta equilibrada en personas con hígado graso, siempre que se consuman con moderación y dentro de un plan alimenticio controlado.
¿Por qué la dieta es importante si tienes hígado graso?
La alimentación desempeña un papel fundamental en la evolución del hígado graso. Esta enfermedad, conocida médicamente como esteatosis hepática, ocurre cuando se acumula un exceso de grasa en las células del hígado. Aunque al principio puede no producir síntomas, con el tiempo puede avanzar hacia inflamación y daño hepático más grave.
Una dieta rica en calorías, especialmente si provienen de grasas saturadas y azúcares simples, favorece esa acumulación de grasa en el hígado y dificulta que este órgano realice sus funciones correctamente. Por ejemplo, alimentos ultraprocesados, embutidos grasos y quesos muy curados suelen contener altas cantidades de grasas saturadas que incrementan el riesgo de progresión de la enfermedad.
Reducir la ingesta calórica total y priorizar grasas saludables (como las presentes en el aceite de oliva o los frutos secos, siempre con moderación) contribuye a disminuir la acumulación de grasa hepática.
En este contexto, el consumo de lácteos puede mantenerse, pero conviene elegir variedades bajas en grasa y controlar la cantidad. Quesos frescos, requesón o queso cottage son opciones más adecuadas que los quesos curados o untables con alto contenido graso. Adoptar estos cambios en la dieta es un paso esencial para proteger la salud del hígado y prevenir complicaciones futuras.
El placer de un buen queso, a pesar de todo

¿Se puede comer queso si tengo hígado graso?
La pregunta es muy frecuente entre quienes reciben este diagnóstico: ¿puedo seguir comiendo queso si tengo hígado graso? La respuesta es sí, pero con matices importantes.
El queso no está prohibido de manera general, siempre que se elijan las variedades adecuadas y se controle la cantidad que se consume. Los quesos bajos en grasa pueden formar parte de una dieta equilibrada porque aportan nutrientes esenciales, como proteínas de alta calidad que contribuyen al mantenimiento de la masa muscular y calcio, fundamental para la salud ósea.
Sin embargo, no todos los quesos son iguales. Aquellos con un alto contenido de grasas saturadas —como los quesos curados, grasos o azules— pueden incrementar la acumulación de grasa en el hígado y deben limitarse o evitarse.
La clave está en preferir opciones frescas, con bajo porcentaje de materia grasa y consumirlas con moderación, dentro de un plan alimenticio adaptado a las necesidades de cada persona. Siempre es recomendable consultar con un profesional sanitario o dietista antes de hacer cambios importantes en la dieta.
Qué queso puedo comer si tengo el hígado graso
Si tienes hígado graso, puedes seguir consumiendo queso, pero es fundamental elegir variedades con bajo contenido de grasa. Estos quesos aportan proteínas y calcio sin sobrecargar el hígado con exceso de grasas saturadas. A continuación, te contamos cuáles son los más adecuados. ¿Qué queso comer si tengo el hígado graso?
Queso fresco bajo en grasa
El queso fresco es una de las opciones más recomendadas si buscas quesos bajos en grasa para el hígado graso. Contiene significativamente menos grasa que los quesos curados y semicurados, ya que no pasa por largos procesos de maduración que concentran la materia grasa.
Su sabor suave y su textura blanda lo convierten en un alimento versátil que puedes incluir en ensaladas, tostadas o como tentempié saludable. Además, aporta proteínas de alta calidad y tiene un bajo aporte calórico, por lo que es ideal si necesitas controlar el peso.
Requesón o ricotta ligera
El requesón, también conocido como ricotta, es un queso fresco muy bajo en grasas y de fácil digestión. Gracias a su textura cremosa, resulta perfecto para incorporar en recetas saladas y dulces.
Su composición rica en proteínas y calcio lo hace especialmente adecuado para dietas hipocalóricas y planes de alimentación orientados a mejorar el hígado graso.
Queso cottage
El queso cottage destaca por su contenido muy bajo en grasas y su alta concentración de proteínas, lo que lo convierte en un excelente aliado nutricional. Es un queso fresco granulado que puedes tomar solo o combinar con verduras, frutas o cereales integrales.
Su bajo contenido calórico contribuye a mantener un peso saludable, un aspecto clave en el tratamiento de la esteatosis hepática.
Queso batido 0% materia grasa
Este tipo de queso fresco batido es prácticamente libre de grasa y destaca por su cremosidad y versatilidad. Puedes utilizarlo para untar en tostadas, mezclar con frutas o elaborar postres ligeros.
Su sabor neutro facilita incorporarlo en preparaciones dulces o saladas, aportando proteínas sin sumar calorías excesivas.
Otros quesos bajos en grasa
Además de los anteriores, algunos quesos tipo Burgos elaborados con leche desnatada pueden ser una buena opción, siempre que verifiques en la etiqueta su bajo porcentaje de grasa. Estos quesos aportan nutrientes esenciales con un contenido graso reducido, lo que los hace compatibles con una dieta saludable para el hígado.
La salud es lo primero

Quesos que conviene evitar o limitar
Aunque el queso puede formar parte de una alimentación equilibrada si tienes hígado graso, no todos los tipos son adecuados. Algunos contienen un alto porcentaje de grasas saturadas, calorías y sodio, que pueden favorecer la acumulación de grasa en el hígado y dificultar su recuperación.
A continuación, te detallamos cuáles son los quesos que se recomienda evitar o consumir de forma muy ocasional y en cantidades pequeñas:
Quesos curados y semicurados con alto contenido de grasa
Variedades como el queso manchego, gouda, grana padano, parmesano o queso zamorano pasan por largos procesos de maduración que concentran su materia grasa. Estos quesos pueden contener entre un 25% y un 40% de grasa, y su consumo frecuente aporta calorías excesivas y grasas saturadas que favorecen el avance de la esteatosis hepática.
Quesos azules
Quesos como el roquefort, cabrales o gorgonzola también presentan un alto contenido en grasa y sal. Aunque su sabor intenso resulta muy apreciado, su perfil nutricional no es el más indicado para personas con hígado graso, por lo que conviene reservarlos para ocasiones puntuales o evitarlos.
Quesos grasos para untar
Los quesos cremosos para untar y algunos quesos fundidos contienen grasas y calorías elevadas, además de aditivos que incrementan su contenido de sodio. Estas opciones, que suelen emplearse en desayunos o meriendas, no son recomendables si buscas mantener una alimentación baja en grasas saturadas.
Si tienes dudas sobre la composición de un queso, consulta siempre su etiquetado nutricional para comprobar el porcentaje de grasa y su aporte calórico. En caso de duda, es preferible elegir quesos frescos bajos en grasa, que resultan más adecuados para cuidar tu hígado.
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Consejos para consumir queso si tienes hígado graso
Si te gusta el queso y no quieres renunciar completamente a su sabor, es importante seguir algunas pautas que te ayuden a disfrutarlo de forma responsable. Estos consejos te permitirán incorporarlo en tu dieta sin perjudicar la salud de tu hígado:
Porciones moderadas
La cantidad es clave. Aunque elijas quesos bajos en grasa, consumirlos en exceso puede aumentar el aporte calórico total de tu dieta. Una ración orientativa puede ser entre 30 y 50 gramos, dependiendo de tu plan nutricional y del resto de alimentos que consumas en el día.
Acompañar con verduras o cereales integrales
Combinar el queso con alimentos ricos en fibra, como ensaladas, vegetales al vapor o pan integral, ayuda a aumentar la sensación de saciedad y mejora el control del peso. Además, este tipo de acompañamientos contribuye a una alimentación más equilibrada.
Evitar añadir más sal
Muchos quesos ya contienen cantidades importantes de sodio. Añadir más sal o consumirlos junto a productos salados (por ejemplo, embutidos) eleva el riesgo de retención de líquidos y puede afectar la presión arterial. Opta por hierbas aromáticas o especias suaves si quieres potenciar el sabor.
Leer el etiquetado nutricional
Antes de comprar cualquier queso, revisa su tabla nutricional para comprobar el porcentaje de grasa, el contenido calórico y la cantidad de sal. Elige siempre opciones que indiquen “bajo en grasa” o “light” y que contengan menos sodio.
Recordar que el seguimiento médico es clave
Cada persona puede necesitar un enfoque dietético distinto según el grado de hígado graso, su estado de salud y otros factores. Por eso, siempre es recomendable consultar con un médico o dietista antes de hacer cambios importantes en tu alimentación.
En resumen, sí puedes comer queso si tienes hígado graso, pero es fundamental hacerlo con criterio. La clave está en priorizar los quesos bajos en grasa, como el queso fresco, el requesón, el cottage o el queso batido 0%, y consumirlos siempre con moderación.
Recuerda que una alimentación equilibrada, junto con un estilo de vida saludable y el seguimiento médico adecuado, son esenciales para proteger tu hígado y evitar complicaciones a largo plazo. Si tienes dudas, consulta con un profesional de la salud que pueda orientarte según tus necesidades específicas.
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