Durante años fue demonizada… y ahora vuelve con fuerza. La mantequilla, ese ingrediente tradicional de nuestras cocinas, ha resurgido como una opción natural frente a grasas ultraprocesadas. Pero en medio de tantas etiquetas —sin sal, ecológica, sin lactosa, saludable, de vaca— es normal preguntarse: ¿cuál es la más adecuada para mí?
En este artículo te contamos todo lo que necesitas saber sobre la mantequilla, cómo elegir la más saludable, qué tipo se adapta mejor a tu dieta y por qué puede ser una gran aliada en tu alimentación diaria… si sabes cómo y cuándo usarla.
Vamos a desmontar mitos, descubrir sabores y —por qué no— ayudarte a disfrutar de una mantequilla de verdad: auténtica, de calidad y con todo su valor nutricional.
¿Sabías que… la mantequilla fue usada como moneda?
En la Edad Media, la mantequilla era tan valiosa en algunas regiones de Europa que se usaba como forma de pago o tributo, especialmente en zonas del norte donde el aceite de oliva era escaso. Incluso existen registros de impuestos que se pagaban… ¡en mantequilla!
¿Qué es exactamente la mantequilla?
La mantequilla es uno de los productos lácteos más antiguos y valorados en la historia de la alimentación. Se obtiene a partir de la nata de la leche de vaca (aunque también puede elaborarse con leche de oveja o cabra), mediante un proceso simple y tradicional que la convierte en una grasa de origen natural, sin aditivos ni transformaciones químicas.
¿Cómo se elabora la mantequilla tradicional?
Todo comienza con la leche fresca. Se deja reposar para que la nata (la parte más grasa) suba a la superficie. Esta nata se bate de forma continua hasta que las grasas se separan del suero, formando una masa compacta: eso es la mantequilla. Luego se lava, se amasa y, en algunos casos, se le añade sal.
Este proceso puede hacerse de forma artesanal o industrial, pero en esencia, la mantequilla es el resultado directo de batir la grasa láctea.
El placer de una buena mantequilla

¿En qué se diferencia la mantequilla de la margarina?
Mantequilla | Margarina | |
---|---|---|
Origen | Animal (nata de leche de vaca) | Vegetal (aceites refinados y emulsionantes) |
Elaboración | Natural, por batido de nata | Industrial, por hidrogenación o emulsión |
Composición | Grasas saturadas + vitaminas A, D, E, K | Grasas vegetales, aditivos y conservantes |
Sabor y textura | Sabor lácteo auténtico, textura untuosa | Sabor más neutro o artificial |
Composición nutricional: mucho más que grasa
La mantequilla contiene entre un 80-82% de grasa, pero no todo es igual. En su justa medida y dentro de una dieta equilibrada, aporta:
Vitamina A: esencial para la visión, la piel y el sistema inmunitario.
Vitamina D: favorece la absorción del calcio y la salud ósea.
Vitaminas E y K: antioxidantes y protectoras cardiovasculares.
Ácido butírico: grasa de cadena corta beneficiosa para la flora intestinal.
Eso sí: la clave está en la calidad de la materia prima, el tipo de vaca, su alimentación y el método de elaboración. Una mantequilla artesanal o ecológica tiene un valor nutricional muy superior a las opciones ultraprocesadas.
Mantequilla sin sal: una opción más natural y versátil
La mantequilla sin sal es una variante cada vez más valorada, no solo por personas con necesidades dietéticas específicas, sino también por quienes buscan productos más puros y adaptables en la cocina. Su sabor neutro y su elaboración simple la convierten en una opción muy versátil tanto en recetas dulces como saladas.
¿Por qué se elabora sin sal?
La mantequilla, en su forma más tradicional, no lleva sal añadida. La versión con sal se popularizó por su mayor tiempo de conservación y su sabor más intenso. Sin embargo, al eliminar la sal, el producto mantiene una composición más limpia y natural, lo que permite controlar mejor la cantidad de sodio en la dieta y adaptarla a distintos usos culinarios.
Ideal para personas con hipertensión o dietas controladas
Una de las grandes ventajas de la mantequilla sin sal es que permite reducir la ingesta de sodio, algo fundamental para personas con:
Hipertensión arterial
Retención de líquidos
Dietas bajas en sal recomendadas por especialistas
Planes de alimentación infantil o geriátrica
Además, al no contener sal añadida, es más fácil ajustar el sabor final del plato según las preferencias individuales o médicas.
Perfecta para repostería y recetas infantiles
En cocina, la mantequilla sin sal es una aliada imprescindible, sobre todo en repostería. ¿Por qué?
En postres y masas, permite controlar con precisión la cantidad de sal de la receta.
Es la preferida por chefs y pasteleros para bizcochos, galletas, masas quebradas o cremas.
También es ideal para recetas para bebés o niños pequeños, donde se recomienda evitar el exceso de sal desde edades tempranas.
Su sabor suave y cremoso realza los ingredientes sin enmascararlos, y su textura ayuda a lograr mejores resultados en batidos, mezclas y emulsiones.
Para todos los gustos

Ideas para disfrutar la mantequilla en casa
La mantequilla es mucho más que un simple acompañante del pan. Su textura cremosa y su sabor auténtico la convierten en un ingrediente versátil que puede elevar cualquier plato, desde un desayuno sencillo hasta una receta gourmet.
A continuación, te damos algunas ideas y consejos para que disfrutes la mantequilla en casa como se merece.
En desayunos: tradición y nutrición
Sobre pan artesanal recién tostado, con un toque de mermelada natural o miel.
Con frutas frescas como manzana o plátano en rebanadas, para un desayuno energético.
Con frutos secos triturados o semillas, creando una mezcla crujiente y nutritiva.
Como base para untar en panes integrales, de centeno o sin gluten, según tu dieta.
Consejo: utiliza mantequilla sin sal si quieres destacar más los sabores dulces y naturales.
En cocina: un toque gourmet
Para saltear verduras, aportando un sabor más suave que el aceite.
Como base para salsas caseras como una bechamel o una salsa de vino blanco.
En platos de pasta, arroz o pescado, mezclada con hierbas frescas como perejil, tomillo o eneldo.
Para marinar y sellar carnes, especialmente en recetas a la plancha o al horno.
En repostería: imprescindible
En bizcochos, galletas y tartas, da textura, aroma y sabor inconfundible.
Para preparar masas quebradas como la de quiche o empanadas.
En cremas y rellenos, como la clásica buttercream para cupcakes.
Truco: utiliza mantequilla sin sal y a temperatura ambiente para mejores resultados en repostería.
Trucos de conservación
En la nevera, guárdala en su envase original o en un recipiente hermético para que no absorba olores.
Fuera del refrigerador, solo si hace frío y la vas a consumir pronto. La mantequilla se mantiene estable unas horas fuera si no supera los 20 °C.
Puedes congelarla en porciones, especialmente si compras mantequilla artesanal o en bloques grandes.
Tip extra: saca solo la cantidad que vas a usar y deja que se temple unos minutos para que sea más fácil de untar.
Con un poco de creatividad y buenos productos, la mantequilla puede convertirse en un ingrediente estrella en tu cocina diaria.
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Les millors llets i productes artesans que he tastat! La qualitat i el tracte proper fan que El Terraló sigui el meu lloc de confiança.
Durante años, la mantequilla fue señalada como un enemigo de la salud, desplazada por productos más industriales y menos naturales. Hoy sabemos que, como muchos alimentos tradicionales, no se trata de eliminarla, sino de elegirla bien.
La mantequilla es un producto noble, con siglos de historia, que puede formar parte de una alimentación equilibrada si sabemos de dónde viene, cómo se elabora y qué tipo se adapta mejor a nuestras necesidades.
Comer bien no es solo contar calorías: es también confiar en el origen de lo que consumimos, valorar el trabajo detrás de cada producto y reconectar con sabores auténticos.
Si buscas una opción real, sin artificios, elaborada con mimo y desde la proximidad, te invitamos a descubrir nuestras variedades: mantequilla sin sal, ecológica, sin lactosa o simplemente natural. Todas tienen algo en común: respetan tu salud, tu paladar y el origen.
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